Incomunicada en mi cuerpo
con celular en mano,
mi alma habla hasta por lo codos.
La celda es convencional,
es una cuatro por cuatro;
allí suelo comer, allí medito,
allí mis ojos y mis oídos
se adhieren escuetamente
a vigilar la cerradura.
En esta prisión viviente
todo se compra,
en este espacio confinado
los suspiros tienen el precio del oro,
se juegan los minutos porque sobran,
los enigmas están escritos en las paredes.
Todo es posible
menos volver atrás
lunes, 31 de mayo de 2010
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