Delirante estos colores que se vienen a mi vida,
inundando mis entradas
y tapando las salidas.
Mi alma no encajaba en nada
la tempestad era mía,
más nadie la poseía.
Su silueta encallada
en el mar de una botella
pesadamente se inclinó
murmurando quedamente.
Abre tu puerta,
soy la sombra,
deja entrar mi alma…
Revélame, desátame,
despega los huiros de mis rocas…
gritó la esperanza.
Mis nudos eran ciegos,
la silueta disuelta
no era real,
solo era un puñado de sal.
Mi voz rompiendo el oleaje,
testigo destemplado del viento.
pertenece a este momento,
no distingue el mas allá.
Descansar, olvidar,
poderoso placer renunciar al presente,
vivir en la nada, satisfecha de ti
pagando el rescate que una vez te pedí.
Sobre la península en sol
ondula lentamente mi energía
lo puedo ver en el espejo del agua.
Ritmicamente entras profundo en mi bosque
viento fresco que mueve mis pezones
tu ronca voz canta al filo de la luz del alba.
Mi grito singular,
curando a su paso
Somos amantes que ven pasar la vida sin calcularla
estoy borracha de ti
y sobria de mi.
Haz cabalgado en mis acantilados,
amándo mi geografía silvestre
emancipada me he fugado
de tus ojos libres.