Carmen Troncoso Baeza

Un millón de dormidos motivos hacen volar mis pajaros disipando las promesas no cumplidas las mentiras de sobremesa las llaves bajo la puerta. Estoy cortando los arboles pero crecen mas aprisa que mi paciencia, derrumbando el calendario que huele a mar organico. Como hacerme feliz ya no te acuerdas porque falta la fiereza de arrojarnos al abismo y estrellarnos en las bravas olas cerca de las rompientes que espumosas se yerguen. No me dolerás cuando saltes al vacío porque besaste mi sombra riendo.

No hay sonidos en las calles solo un sordo tambor indiferente a tu dolor. Huyen las banderas en el día de la ira como nubes sin vida. Las balas interpretan fugaces victorias, intrépida carne de cañón obedeced y huid. Mi patria sufre inmisericorde, dejad que gocen tus dueños sobre tus huesos, mercenarios impacientes no sienten las heridas abiertas al presente. Con los ojos abiertos de golpe mis compañeros no quieren pagar, fiebre de oro negro sin ley en el horizonte... Por quien queréis empuñar las riendas?

Quien pagara con su sombra mi daño? Cuando te violan que es lo que violan? Mi violador me mira y no me ve, siente terror, solo sienten sus manos, recuerda cuando sus ojos murieron, su oscuridad es total. Sube su marea y no siente la ola, solo escucha mis gritos las estrellas de mis hombros crispadas mis pajaros huyendo en desbandada, mis preguntas cayendo en su vacio. Pared vertical que sufre su desierto hay un reloj de arena donde la culpa es jueza de mi cuerpo incomunicado sin estribos mi destino se maldice, Porque yo?

Toma agua sol, toma agua parado, la region abre su boca de sal, de sus comisuras fantasmas sin memoria los recuerdos intentan su camino. Estas borrando con el codo los martillazos de la razon, hay mas de dos en un vaso el otro no bebe el agua sucumbimos los dos a mi sed. Hay una voz que repta a mis oidos, una ola de viento golpea con su puño mi espiritu durmiendo en la rama un pajaro imaginario canta a la memoria de un bosque incendiado, quiza si las palabras recuperaran su aliento, quiza si el deseo comiera mas seguido o si el destino no volviera a mentir aunque la sangre abandone mis venas, salare mis manos incursionare en mis muslos y mas arriba todavia. Albatros observen mi sueño, aunque el mar no siga visitando mis costas, he cruzado el puerto del tedio evitando las murmuraciones.

Se mueve el metro por rieles obsesivos, el vientre perforado de la tierra interrumpido por vagones serpenteantes que navegan en la marea umbilical de la ciudad soñando a toda velocidad. Mujeres, hombres y niños parados, sentados, despiertos, dormidos, todos uno y muchos todos, viajando para acortar sus dias. Sesudos lectores con diarios en las manos viajeros sudorosos obligados escupidos por las puertas luchando por bajar adicta muchedumbre, pacientes corderos resignados. Estoicas mentes de bajo perfil continúan moviéndose sin arbitrio, sin sutileza ni paz metro cotidiano, sin azar me dejas siempre en el mismo lugar.