La
campana de la iglesia
tañe
armónicos
al reverbero de sus
notas
mundanos
deseos
se apagan
se apagan
No
doy oídos
ni
a sacramentos ni letanías
de
tu albedrío
pendo insumisa
Con
la puerta entreabierta
me
iré vistiendo
cambiando
de vereda
el
poema
Tu
ronca oscuridad
me
enciende como yesca
Camino
encuéntrame
¡Guárdame
algo de tu miel!
Tu pedernal atrevido
frotando
mi memoria
me
incita en cualquier
momento
He
pintado
cada
una de tus palabras
con
una sonrisa profunda
en
mi sexo
El
dolor titilante
de
las estrellas germinara
cuando
la luna
termine
su ayuno
Hambre
de tu naturaleza
instintiva,
salvaje
túnel
explosivo de tiempo
mi manzana roja morderás
Mi
soledad con sus
esquinas
de hielo
busca
tu mano
en
el perverso azar
de
la noche
Este
árbol
no
tiene hojas
el
sol calienta
un
abismo y otro
Su
alma verde
desea
que se posen
utopías
nuevas
que
reverdecen
mi
percepción
de
volver a casa