Carmen Troncoso Baeza

 Mi Dios me ha hecho codiciosa de este vasto amor que me quema y circula por mis venas. Mi cuerpo sabe que el viento escucha tras la ventana, Viento ladrón, intentas entrar cuando hacemos el amor. Implacable tu voracidad  muerde mi sol resplandeciente y atiza este ardor que sufro. No respondas mis preguntas solo demuéstrame con enjaezadas primaveras  cuanto vale tu amor. Cualquier idioma me sirve para decirte que inundare tu océano con mis dulces fluidos. . Tras tu alma marchare como una sombra te mostrare mi  rubí sin ocultarte nada. No sea que la vida se me arranque de las manos y me vuelva solo pensamientos.                         Adán se despojo de sus ropas,   E va vistió su corazón                       ...

Sabanas saladas, sudor de otros cuerpos pegado a mi espina dorsal. “ considero esto tan poco que siempre quiero más “. Abres la puerta del baño y el espejo se anima a hacer su numerito falso. En círculos, sobrevolando los minutos del motel hacen banales apuestas. Desnudos nuestros cuerpos entrelazados se abordan salvajemente, aunque tengo siempre presente que en lo nuestro lo amoroso es un cuento. + Therese Schwartze