LA CASONA DEL CERRO

Con largos silbidos pájaros invisibles saltan a mis palmas picotean complacidos la intuición regalada del tiempo En el infinito un sol porteño cuelga sus rayos. Caen las estrellas, caen los reflejos, cae mi memoria al negro espejo del mar En la casona del cerro se durmió mi corazón embriagado con el amor salado del puerto.