Desde luego he de mirar fijo
para no despertar sospechas.
En un poco de agua disuelvo la angustia
comiendo damascos y flotando con su suave sabor.
Pulpa frutosa devuélveme al verano.
La silla de mimbre
impertérrita a mis palabras sigilosas
aun de puntillas cruje.
Monosílabos a carbón
se estrellan con rapidez,
contradiciendo tu cólera.
Recogeré al viento
peinando en mi memoria
tantos deseos hundidos.
Ya brillara mi estrella
en el umbral de las cosas nuevas.
miércoles, 8 de diciembre de 2010
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